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Fuegos internos

La pintura que aquí presento es producto de procesos complejos que se generaron en mi vida durante los años recientes, en determinado momento hubo un punto de fusión que se desplegó lógicamente en color y superficie, no se el momento exacto cuando dichos procesos comenzaron o como derivarán una vez condensados en estos objetos, el polvo de fuego sólo se ha detenido.  Las imágenes a las que remito son mediáticas, refieren a incendios o explosiones que han sido provocados o son efecto de el descuido, la soberbia o la efervescencia humana, por lo general el ecosistema, la infraestructura y las instituciones—simbólicas—se interrelacionan; sucede la catástrofe, no hay remedio ni tregua que valga. El incendio aquí me funciona como una metáfora de la pérdida y la crisis, pero también es la oportunidad para la introspección—una llama interna que sólo se halla en la profunda oscuridad, al momento de la pintura—y la oportunidad para renacer, desde las cenizas, renacer en lo individual y en lo colectivo, cuestionar lo que fuimos y construir lo que queremos ser.
Las bases neón me permiten problematizan la luz y el color, la pintura nace de la saturación, no del valor tonal, van permeando, interactuando, contrastando y retando al ojo en el camino a la exploración de las formas. El pigmento alude por sí mismo y de haber una narrativa, esta converge en las energías que la sustancia misma alude: el fuego, la fusión nuclear, las altas temperaturas y la radiación.  
De vez en cuando ‘quemo mis naves’ como estrategia de vida y siempre tengo presente la llama interna al momento de decidir.  Sin embargo, cada vez más me reconozco en la cierva de Concha Urquiza, con las astas en llama, en busca de saciar su sed eterna.  

 

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